Javier Zurbitu, director técnico de Battbelt, y Adrián Ramírez, jefe de proyectos de Ikerlan, muestran una de las carcasas.
Javier Zurbitu, director técnico de Battbelt, y Adrián Ramírez, jefe de proyectos de Ikerlan, muestran una de las carcasas.Félix Morquecho

La ‘startup’ Battbelt desarrolla tecnología que alarga en un 50% la vida de las baterías empleadas en la movilidad eléctrica y de los sistemas de almacenamiento

Battbelt

Desarrollo de tecnología para alargar la vida de las baterías de litio utilizadas en el sector de la movilidad eléctrica y el almacenamiento de energía.

Los que hemos tenido móviles a los que se les podía sacar la batería recordamos que, cuando ésta ya tenía bastante rodaje, era frecuente verla hinchada, abombada. Aún pasa, aunque seamos menos conscientes porque ya no son extraíbles. Es, de hecho, un problema común a todas las actuales de ion-litio; quizá el síntoma más evidente de la degradación de sus componentes, uno de los mayores problemas de las industrias de la movilidad eléctrica y el almacenamiento de energía. Hasta ahora, la búsqueda de una solución que permitiera alargar la vida útil de estas baterías se centraba en el control del calor generado en su interior, pero la ‘startup’ Battbelt, una de las 25 que participa en la décima edición de B-Venture, propone desde hace ya dos años un nuevo enfoque; fijarse en la presión.
Vamos por partes y empecemos situándonos en Ikerlan hace quince años, los que llevan investigando tanto en baterías como en los llamados materiales inteligentes, como se denomina a los que modifican sus propiedades de forma reversible y controlada como respuesta a estímulos externos, como cambios de temperatura, luz o presión o la presencia de campos eléctricos. En concreto, tenemos que fijarnos en los que son superelásticos y pueden doblarse o retorcerse y luego volver a su apariencia original por sí mismos. Basta con que desaparezcan las condiciones que causaron esa reacción.

B-Venture

¿Qué es? Punto de encuentro entre 'startups', inversores, empresas y figuras relevantes del ecosistema emprendedor.

¿Dónde y cuándo? Palacio Euskalduna, 20 y 21 de octubre.

Impulsa. EL CORREO

Patrocinan. Departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad del Gobierno vasco, la agencia de desarrollo SPRI, la Diputación foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao.

Colaboran. BStartup de Banco Sabadell, Fundación BBK, Laboral Kutxa, CaixaBank, Banco Santander y la Universidad de Deusto.

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Desarrollo de tecnología para alargar la vida de las baterías de litio utilizadas en el sector de la movilidad eléctrica y el almacenamiento de energía.

En el departamento de mecánica del centro tecnológico estos materiales se estaban utilizando para desarrollar actuadores, que son elementos –como una válvula, por ejemplo– que pueden convertir la energía en movimiento o fuerza. «Se trataba de sustituir algunos que se emplean hoy en industrias como la automoción o la aeronáutica por otros nuevos de menor tamaño y capaces de trabajar es espacios muy pequeños», explica Javier Zurbitu, entonces miembro de aquel equipo y hoy director técnico de Battbelt.

Buscando nuevas aplicaciones para esos materiales inteligentes es cuando los investigadores que trataban de alargar la vida de las baterías de ión-litio les proponen unir fuerzas y probar suerte. ¿Serviría la gestión mecánica para alargar su vida útil y resolver el gran reto de la movilidad eléctrica y el almacenamiento de energías? Sí, si prestamos atención a la presión interna necesaria para su funcionamiento y conseguimos controlarla
Estas baterías se componen de celdas interconectadas en cuyo interior se genera el movimiento de iones y electrones, que es lo que finalmente produce la energía. A su vez, estas celdas, que se expanden y contraen durante la carga y descarga, mantienen la unión entre sí gracias a la compresión que ejerce la carcasa protectora. Pero poco a poco, ésta va cambiando y, por lo tanto, la presión interior se va alterando.
Ahora bien, ¿y si la carcasa se fabricara con estos materiales inteligentes que pueden estirarse o encogerse lo justo en cada momento para que la presión sea siempre la requerida? «La tecnología que se utiliza actualmente no permite controlar el grado de compresión que se da en el interior de la batería ni su evolución. La nuestra, en cambio, sí puede estabilizarla en el punto justo en el que le rendimiento es el óptimo. De este modo conseguimos retrasar los signos de degradación, lo que se traduce tanto en un aumento del número de ciclos que podrá hacer esa batería como en un retraso en la pérdida de rango, que es cuando cada carga empieza a darnos menos autonomía que la anterior», explica Zurbitu.
¿El resultado? Una prolongación de la vida útil de la batería hasta en un 50%. Y no solo eso, sino que además estos materiales mejoran la monitorizacion del estado de salud –cuántos ciclos quedan y cuánto queda del ciclo actual– sin comprometer ni la densidad energética (la solución no ocupa más espacio) ni los costes de producción. En lo práctico, para el usuario de un coche eléctrico, por ejemplo, eso permite «aumentar la autonomía y los períodos de garantía que puede ofrecer el fabricante de la batería» y a industria le facilita apostar decididamente por la carga rápida y las baterías de estado sólido, actualmente en desarrollo, sin miedo a que la presión interna genere problemas de seguridad.

«La tecnología ya está validada en laboratorio y estamos en la búsqueda de empresas con las realizar pruebas piloto para incorporar los requisitos técnicos y de la normativa específica de cada sector, que no son los mismos para un coche que para un tren, un barco o una planta de generación de energía solar. Nuestro objetivo es convertir el control de presión en un nuevo estándar para la gestión de baterías y ser un referente, porque apenas existen empresas que estén llevando al mercado productos que exploten las propiedades de los materiales inteligentes, y ninguna en esta línea», asegura Zurbitu. La empresa se constituyó inicialmente con el apoyo de Ikerlan y el fondo de inversión especializado en tecnologías disruptivas BeAble Capital, socios a los que después se ha unido el Gobierno vasco a través del programa de apoyo a la creación de compañías de alta tecnología Basque Tek Ventures de la agencia de desarrollo SPRI.