La ‘startup’ Bromalgae desarrolla filtros de microalgas para controlar los niveles de gases de efecto invernadero
Más o menos todos recordamos lo que nos decían en la escuela sobre la fotosíntesis: las plantas se alimentan de hidratos de carbono que obtienen a partir del agua, la luz del sol y el dióxido de carbono (CO2) que toman de la atmósfera. El desecho que generan durante esa ‘digestión’ resulta ser oxígeno, de modo que realizan un intercambio de gases fundamental para mantener el equilibrio de los ecosistemas. Sumemos a eso que hay un tipo de vegetación, las algas unicelulares, que para iniciar el proceso además necesitan óxido de nitrógeno (NOx), por lo que ellas emiten oxígeno a partir de dos gases nocivos en vez de uno, lo que implica una mayor capacidad para limpiar el aire que ya tratan de explotar las empresas especializadas en biotecnología ambiental. Una de ellas, es la barakaldesa Bromalgae, que emplea estos microorganismos para desarrollar filtros que reducen los niveles de CO2 y NOx.
La empresa nació tras la transferencia del conocimiento que sobre el cultivo masivo de algas microscópicas para el abatimiento de gases industriales estaba desarrollando el Instituto Politécnico de la Universidad Estatal de California. En sus investigaciones, los fotobiorreactores utilizados para mantener estables las condiciones que las microalgas necesitan para desarrollarse eran tubulares. Y tal cual probó la idea Bromalgae en 2018 en la incineradora de basuras de Zabalgarbi. El resultado fue bueno, los filtros biológicos funcionaban fuera del laboratorio, pero comprobaron que la cantidad de fotobiorreactores necesaria para que la solución fuera efectiva a un nivel industrial requería mucho espacio libre junto a la chimenea que expulsase los gases contaminantes.
De los tubos a las torres
Debían, por tanto, buscar una alternativa a los tubos que les permitiera concentrar la tecnología en formatos más aptos para entornos industriales y, por consiguiente, más comerciales. «Al final optamos por hacerlo en tanques de cultivo cerrados que instalamos por módulos, como piezas de Lego unas encima de otras. La cantidad de módulos dependerá de las necesidades de la empresa, pero al colocarlos en vertical ya no hace falta tanto espacio», explica Teresa García, directora del departamento de biotecnología ambiental de la ‘startup’, quien destaca la colaboración de la colección de cultivos de microalgas de la UPV en todo momento.
Así, hoy las torres de abatimiento de Bromalgae se pueden enganchar a la salida de humos de cualquier planta de producción donde los procesos de combustión generen emisiones de hasta 2.000 metros cúbicos de gas por hora. «La empresa solo tiene que decirnos qué tipo de gas emiten y en qué cantidades para que establezcamos qué tipo de microalgas es el más adecuado y qué tipo de instalación hay que hacer. A partir de ahí, todo está automatizado para garantizar que los fotobiorreactores preservan las condiciones ideales de temperatura, luz, pH y demás para que las microalgas se desarrollen y empiecen a expulsar oxígeno a partir de CO2 y NOx. Los niveles de éstos se miden además tanto a la entrada como a la salida de la torre para aseguramos de que la torre está cumpliendo con su labor», resume García.
Entornos urbanos
El siguiente reto que se plantearon fue trasladar esta tecnología a los entornos urbanos para sanear el aire de lugares con mucha concentración de tráfico donde no fuera posible contar con vegetación, lo que requería un nuevo cambio de formato. «Al problema del espacio esta vez se unía la imposibilidad de mantener siempre las mismas condiciones. En exteriores cambia constantemente la luz, la temperatura, la humedad… y el sistema de abatimiento debía ser eficiente en todas ellas», señala García. Finalmente, este verano han presentado unos fotobiorreactores capaces, en su tamaño más pequeño, de eliminar la misma cantidad de gases de efecto invernadero que 250 árboles jóvenes. El primero ya está instalado en el parking del vivero de empresas BIC Bizkaia Ezkerraldea, donde la ‘startup’ tiene la sede.
Bromalgae, que el año pasado logró una facturación de 152.000 euros y espera cerrar 2023 con 290.000, busca ahora una financiación de 600.000 para, además de investigar distintas variedades de microalgas, incrementar su capacidad de producción tanto de microorganismos como de fotobiorreactores. En los próximos años esperan instalar tres del tipo industrial y un centenar del urbano repartido entre España y Francia.
Para lograrlo presentará su proyecto empresarial durante los días 17 y 18 de octubre en la celebración de B-Venture, el foro de ‘startups’ organizado por EL CORREO. El evento, que este año alcanza su octava edición, cuenta con el patrocinio del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno vasco, la agencia de desarrollo SPRI, la Diputación foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao, así como con la colaboración de BStartup de Banco Sabadell, BBVA Spark, BBK, Laboral Kutxa, CaixaBank y la Universidad de Deusto.