
La ‘startup’ vizcaína Suacara diseña y fabrica luminarias de gran formato y bajo coste medioambiental
Colocarse bajo sus luminarias es como hacerlo bajo una claraboya. De hecho, si queremos, la luz puede ir replicando las condiciones que nos encontraríamos al aire libre en distintos momentos del día. Las de nuestro aire libre…. o las del que queramos. «Podríamos estar en invierno en Noruega, pero programar las luces para que sigan el ciclo solar del Mediterráneo y se comporten como si estuviéramos en el verano de Ibiza», ríe Amaia Guerra, fundadora junto a Asier Muinelo de Suacara, ‘startup’ vizcaína dedicada al diseño y fabricación de luminarias personalizadas de gran formato.
Desde su planta de producción en Mungia, esta pequeña empresa proporciona sistemas de iluminación que lo mismo dan calidez a hospitales que mejoran las condiciones de trabajo y estudio en una oficina o colegio o brindan una sensación de lujo minimalista a un establecimiento de moda. La firma dio sus primeros pasos en 2019, cuando casi sin querer Guerra y Muinelo comprobaron que, pese a ser un mercado maduro, el sector de la iluminación tenía sus sombras. «Trabajábamos en la consultoría, en la optimización de procesos. En un momento dado tuvimos que hacer un estudio y una de las cuestiones que había que analizar era cómo iba a ser la iluminación. Ahí nos dimos cuenta de que todo el LED se fabrica en el mercado asiático y que si te sales de las peticiones un poco estándar no hay apenas oferta. No hay problemas para encontrar un plafón pequeño o mediano, pero si lo quieres de más de un metro o con un diseño personalizado y con unas determinadas condiciones para que ofrezca una luz confortable desde distintos puntos, no tienes quien te lo haga. Y si además pides que te lo fabriquen de una manera sostenible… Olvídate», explica Guerra.
Un nicho sin cubrir
En esa fabricación eficiente y ‘ad hoc’ había pues un nicho sin cubrir y, ni cortos ni perezosos, se lanzaron a hacer diseños y prototipos. Menos de un año después, constituyeron una empresa que en 2022 facturó 1,4 millones y este año alcanzará los dos. La clave del éxito está en encajar las especificaciones de cada cliente -hoy en su mayoría del sector ‘retail’- en un sistema de producción con unas premisas muy claras.
Para empezar, debía garantizar la ‘calidad’ de la luz. Es decir, que no deslumbre nunca ni tenga parpadeo latente y que se emita de manera uniforme desde toda la superficie de la luminaria. «Se pueden instalar a una gran altura en un centro comercial, pero también tenía que ser una luz con la que se pudiera trabajar o estudiar muchas horas sin tener fatiga visual», explica. Y ya puestos, y si el cliente lo exigía, que también pudiera reproducir objetos con colores idénticos a como los veríamos con una fuente ideal de luz como la del sol. Es decir que, si lo queremos, podemos hacer que el sótano tenga una ventana con vistas a los Alpes.
Sin obsolescencia
Además, todo tenía que lograrse siendo medioambientalmente sostenible. Y eso salta a la vista desde el principio, porque la superficie es de tela tensada en vez de plástico. «Somos de los pocos en iluminación que cumplimos la exigencia de la economía circular. Salvo el propio LED, que se fabrica en Asia con nuestras especificaciones, lo demás se hace aquí. La mayoría de los elementos son de aluminio por lo que al final de su vida útil son reciclables, y además intentamos que esa vida útil sea larga porque son reparables, y si ya no lo son se cambian sin tocar el resto de la instalación. No hay obsolescencia. Además, empleamos componentes ópticos para poder utilizar menos LED y tener, por tanto, un menor gasto energético», señala.
La empresa busca ahora consolidarse en los sectores donde ya trabaja, pero necesita una financiación de 1,5 millones para hacer más eficientes sus procesos productivos y poder saltar «a mercados como el estadounidense y ámbitos como el hogar donde, si tenemos capacidad, tendríamos hueco seguro».
Para lograrla presentará su propuesta los próximos días 17 y 18 en la celebración de B-Venture, el foro de ‘startups’ organizado por EL CORREO. El evento, que este año alcanza su octava edición, cuenta con el patrocinio del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno vasco, la agencia de desarrollo SPRI, la Diputación foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao, así como con la colaboración de BStartup de Banco Sabadell, BBVA Spark, BBK, Laboral Kutxa, CaixaBank y la Universidad de Deusto.